domingo, 20 de octubre de 2019

De la tragedia a la risa



Juan Luis guerra relata en su canción "Visa para un sueño" la tragedia de la inmigración en Sudamérica. 

Lo hace con un ritmo alegre y divertido que te levanta el ánimo.

De lo peor que le puede pasar a un taxista es irte lejos de la ciudad y no recoger. Eso es lo que me pasó y así lo cuento en la canción que escribí para el grupo Risa de la cadena Cope y que cantaron en el programa del día 20 de octubre de 2019. Por que siempre hay que mirar el lado bueno de las cosas y ver las cosas con alegría cuando vienen curvas.


lunes, 15 de julio de 2019

Taxista bombero

Taxista bombero
Imagen de Freepik

Salía de la iglesia de Montecanal,  de concretar la fecha del bautizo de Ángel, mi segundo hijo, cuando me paré en la acera para dejar pasar a un coche que venía…¡¡en llamas!!

Me llamó la atención de lejos. Algo brillaba en los bajos. De cerca se veía algo increíble: toda la parte de los bajos del motor estaba en llamas.

El fuego iba de rueda a rueda y hasta el suelo. Eso iba a quemar manguitos, un depósito de gasolina…mejor no imaginar.

Bajé a la calzada para hacer aspavientos y decirles que pararan:
- ¡¡Se está quemando!! ¡¡Está en llamas!! -  les gritaba.

Bajó la mujer, que iba de copiloto y comentó, sin darle mucha importancia

- ... Bueno ¿y qué hacemos? ¿llamamos a los bomberos?

Ahí me empecé a poner nervioso. Mínimo tardarían 15 minutos, y en 15 minutos del coche quedaría  solo el chasis.

Advertí al resto de los ocupantes del coche que salieran para estar más seguros.
El marido parecía tener secuelas de un ictus o algo así, ya que no tenía facilidad de movimiento, los críos, dos de unos 15 años no se despegaron ni un segundo de la pantalla del móvil.

Entendí que ese fuego lo tenía que apagar yo. Justo enfrente hay un  restaurante, una arrocería moderna, que lo mismo puedes comer ahí, que llevarlo a casa.

Entré echando voces:

- ¡Qué cojo el extintor que hay un coche en llamas!
- Sí, sí, por supuesto - me acompañó uno de los camareros.

Finales de junio, 43 grados en una tarde en plena ola de calor en Zaragoza, acercarse a las llamas sería abrasarse. El marido había abierto el capó que, aunque me venía mejor para apagarlo, había avivado las llamas que ya asomaban por arriba.

Nunca había usado un extintor, pero están bien pensados y resultó fácil: tirar de la anilla, dos chufletazos por arriba y dos por abajo y descargué el extintor, una nube de polvo y el fuego estaba apagado.

Me quedé bastante frío porque parecía que el único que estaba preocupado era yo. Los críos seguían con el móvil, el marido sin reaccionar, a la mujer ya no la vi y los pijos del bar ahí de mirones.

Cogí el coche y seguí ruta (continué trabajando en el argot taxista) en la primera rotonda me levantan la mano: ¡anda el taxista bombero!

Al rato regresé al lugar donde había sucedido el siniestro, y la grúa se estaba llevando el coche.

Resultó que la lona de los bajos del motor se había soltado y con el roce del asfalto y el calor que hacía, prendió y fue la causa de que el coche ardiese.

domingo, 19 de mayo de 2019

Los mejores clientes

Siempre digo que nuestros mejores clientes son los ancianos.

No sé si llamarlos así les resulta despectivo y tendría que referirme a ellos como gente de la tercera edad, de la cuarta o personas con mucha experiencia. El caso es que siempre se aprende de ellos, y en algún caso, dan lecciones de vida para hacernos reflexionar.

El caso es que una tarde recogí a un cliente para llevarlo a hacer el tratamiento de diálisis. Un señor de unos 80 años. Me comentó que se había cambiado el turno porque por las mañanas tenía muchas cosas que hacer: la compra, la comida…y ¡¡aprender inglés!! y es que "uno nunca sabe cuando lo va a tener que utilizar" - comentaba.

A los pocos días me alquilé con otro señor para llevarlo a un centro de salud.

-Llevo una semana sin poder salir a la calle de lo que me duelen las piernas - me contaba mientras me vino a la cabeza el caso del señor anterior.

Se lo conté, tratando de animarlo, y me dijo que tenía 82 años y era el secretario general de una ONG en Aragón y que por eso sentía no poder andar.

Todos mis respetos a nuestros mejores clientes.

Taxi mayores


lunes, 7 de enero de 2019

Taxista de pueblo

Taxi Castiliscar

Ahora está de moda tener pueblo.

Todo el mundo tiene uno y el que no tiene, se apega a uno.

Cuando yo llegué a la capital, hace casi 20 años esto no era así. Era casi como Paco Martínez Soria bajándose del 600. Teníamos que aguantar las típicas bromas de si teníamos gallinas por las calles y todo eso, pero se llevaba bien.

Los pueblos se desangraban poblacionalmente pero a nadie parecía importarle.

La despoblación había empezado ya en los años 60. Ahora casi no quedan ni los que llevan las tierras, pero las administraciones se llenan la boca diciendo que invierten mucho dinero para resucitar el medio rural. Como al agente Camarena en Narcos México, que le inyectan morfina, conscientes de que está clínicamente muerto, para mantenerlo con vida. Mi madre cerró la tienda en 2.002. Cuando bajó la persiana, la administración ya no estaba.

Admiro mucho a la gente que elige la vida en el pueblo buscando un día a día más tranquilo. Siempre son bien recibidos y se les quiere como a uno más.

A las administraciones salvapueblos, no se molesten en mandar a nadie al entierro, porque no irá ni el difunto.

Tampoco son bienvenidos los pijos que van a hacer fotos a las gallinas por la calle y vuelven furiosos porque no las han visto y no tenían wifi en el bar.

En la ciudad, pocas cosas hay que la identifique más y que sea más urbana que los taxis. Sin embargo, el mundo del taxi se nutre muchísimo de gente de pueblo.

De mi zona estamos pocos, pero de la zona de Belchite son multitud. Se cuenta que Moneva tenía más taxistas que habitantes quedaban en el pueblo.

En Madrid a los taxistas de pueblo los llaman “de provincias” y eso que nadie es de Madrid ahí.

Empatizo mucho con el paisano que sube y dice:

 – ¡¡Me cagüen lava, que esto ha crecido mucho tu!!

Le digo tranquilo, aquí todos somos de pueblo.