domingo, 1 de diciembre de 2024

Objetos perdidos



Zaragoza se está convirtiendo desde hace tiempo en un referente en cuanto a la celebración de despedidas de soltero/a. Me comentaban las clientas que se lo habían pasado en grande, pese a que, por la lluvia de todo el finde, habían tenido que cambiar de planes sobre las marcha, y en lugar de una gincana por la ciudad, la empresa les había organizado una especie de guerra de láser o algo así. 500 euros llevaban gastados en taxis me comentaba María, obviamente no iba en las mejores condiciones para echar cálculos de ese tipo.

Las había recogido en la puerta de La Casa del Loco a las 6 de la mañana. La calle estaba a reventar, mi coche abierto de par en par mientras decidían quién de las 10 o 12 madrileñas que iban se subía. La del megáfono gritándome en la oreja, gente apoyada en el coche ofreciéndome cosas, en fin, una liada. 

Cuando por fin entraron todas en el coche, un amable borracho se encargó de abrirme paso entre la multitud. Oasis, Pereza y Extremoduro sonaban en la lista de reproducción. Yo, que extraño la juerga, subía el volumen en cada canción. Se las cantaron todas. Un fin de fiesta perfecto si no fuera por un detalle: se habían dejado una chaqueta.

Al momento me llamó la central, las chavalas le habían pedido mi número personal para devolver la chaqueta. A los minutos me llamó María. Le comenté que iba alquilado a Rosales del Canal y me costaría media hora llevársela y que, lógicamente, tendría que abonarme la carrera, a lo que me contestó totalmente fuera de sí que tenía 4 horas para dejarla en objetos perdidos o me denunciaba.

Tenemos tres días para devolver lo que se dejan en el taxi y el fin de semana la oficina de objetos perdidos está cerrada, así que su amenaza no tenía ningún fundamento. Siempre lo exagerado resulta insignificante. 

Pensé que me llamarían por la tarde, ya más tranquilas para llevarlas al AVE para ir a Madrid y así recuperar la chaqueta, así que decidí llevar la chaqueta en el coche toda tarde. 

A las 5 de la tarde me pasan un servicio para la Bodega de Chema, cocina aragonesa y clientes habituales. A nombre de María. Algo me daba al hocico. Me voy acercando y veo un grupo de 10 o 12 tías.  No puede ser tanta casualidad, aparco en la puerta y se acerca María, un tanto avergonzada y pregunta: ¿mi chaqueta?

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