jueves, 5 de mayo de 2022

Mi nuevo coche eléctrico (de las narices)

El año pasado se juntaron varios motivos para comprar un coche eléctrico, una subvención del ayuntamiento y ahorrar en combustible manteniendo el Toyota Auris como coche familiar. Pero mis planes empezaron a torcerse cuando dejé el Toyota para una puesta a punto y empezaron a descubrir averías. La junta de la culata, el bloque motor y alguna que otra pieza más hacía que pasaran de 4000€ la cuenta del “mantenimiento” así que el Toyota, que había entrado al taller andando, se fue en la grúa directo al desguace. 


Lo que en un principio no me planteaba, viajar con un coche eléctrico, me lo empecé a plantear.


Descubrir aplicaciones, cargadores, tarifas…la verdad que son medianamente intuitivas, pero funcionan regular y hay alguna que ser casi ingeniero para completar todo lo que te piden, y aunque alguna funciona bien, da la sensación de estar todavía en pañales. Además, como sucede con los cargadores de los móviles, hay distintos tipos de conectores lo que no ayuda a facilitar ni la búsqueda de cargadores ni la carga. 


Me estaba programando un viaje desde Zaragoza a la provincia de Córdoba. Ya tenía miradas las paradas y dos días antes de emprender el viaje, me salió un servicio para llevar a un operario de Renfe a Matillas, provincia de Guadalajara. Acababa de salir de comer y tenía la batería del coche al 50%. Pensé que como los mandan con margen de tiempo, parando a hacer una carga rápida en Calatayud tendría de sobra para hacer el servicio. Por suerte el ferroviario era un chaval muy comprensivo y no puso ninguna pega a mi plan. Lo que pensaba que serían 10 minutos de carga “rápida” se convirtió en 30 minutos, porque ya apuraba el tiempo y pensé que podría cargarlo de nuevo a la vuelta. 


El coche eléctrico marca la carga de batería en porcentaje y en kms de autonomía, pero los da de forma estimativa, en función de memorias y de condiciones climáticas, de conducción etc. Esa estimación en carretera siempre es mayor por lo que hay que tener en cuenta que 300 km suelen equivaler a 200. No os voy a marear a datos pero por momentos dudé de poder llegar a destino. Llegué con 44 km de autonomía y me marcaba el cargador más cercano a 46, en Guadalajara. Angustia y sudores fríos eran mis compañeros de viaje en ese momento. Decidí intentarlo, a una mala, llamar a la grúa y que me lleve a un punto de carga era una dolorosa opción, pero mejor que quedarse tirado en la autovía que además tiene multa. La cabeza me echaba humo, al igual que el móvil abriendo aplicaciones en busca de más cargadores. El más cercano resultó ser un taller que cerraba a las 7 y eran menos 5. Por suerte era casi todo bajada y había podido recuperar algo de carga pero el cargador ya estaba más lejos.

La batería al 2% y la carretera me sacó a la autovía. La autonomía pasó de marcar 10km a no marcar nada. La angustia y el acojone ya habían pasado a conducir por mi directamente. Una salida, una rotonda, la aplicación de electromaps y un cargador de Iberdrola en el Hotel Pax a 200mt. Estaba salvado.


38€ la carga hasta el 75% de batería y una hora de espera. Con eso tuve que cargar de nuevo en Calatayud y haciendo cuentas me sale mejor viajar con un Ford Focus de gasolina que con el coche eléctrico. En cifras gruesas, me sale a 2,50€ los 100km cargándolo en casa, frente a los casi 20€ en cargadores rápidos. Supongo que será el futuro, pero de momento, aunque para el día a día del trabajo del taxi va bien y tengo muy bajos consumos, para viajar pensando en ir cargándolo por ahí todavía está en pañales, yo desde luego no lo aconsejo.