sábado, 27 de noviembre de 2021

La noche de los cuchillos largos


Esto es un homenaje a Jose Luis y a todos los compañeros que han sufrido algún tipo de agresion en el taxi

El primer sábado postpandemia desalquilo en la plaza del Justicia cuando se me acercan dos moros solicitando mi servicio. 

Van comiendo pizza, al subir se la dan a un chico diciendo toma maricón, come pizza. 

Dando la vuelta para encararme se enzarzan en una discusión en su idioma que no logro descifrar. Los gestos de desaprobación son evidentes, hasta el punto que el que llevaba la pizza sale del coche enfadado.

Termino de dar la vuelta y desde fuera me dice el moro que había salido: 

- ¡Que sepas que no te va a pagar!

No sé que intenciones llevaría mi cliente, pero pensé que en ese momento abandonaría cualquiera que no fuera la de pagar. 

Una vez descifrada la discusión, (a lo mejor era la típica broma de decir venga luego nos vamos corriendo, pero el enfado del que salió no parecía que fuera broma), cogí ruta, no sé porqué, no me planteé decirle que se bajara y evitar problemas. Lo que pensé fue coger el móvil, la cartera y las llaves por si tenía que salir corriendo. 

Durante el trayecto calma chicha. El silencio se escuchaba. 

Al llegar a destino cobré sin problema, sin mediar más palabra. 

Esto no va de racismo, ya que un moro destapó al otro. Esto va de buenas y malas personas, o buenas y malas conductas o acciones. 

Somos un blanco fácil, como desgraciadamente han comprobado muchos compañeros, va por ellos, ¡cuidado ahí afuera!

lunes, 11 de octubre de 2021

En un solo segundo

La mayoría de las desgracias ocurren siempre en un segundo. Si has llegado hasta aquí ya has utililizado varios, la desgracia podía ser mayor.

Un domingo por la mañana pasaba por la parada de la Almozara y al ver que estaba vacía decidí parar. 

Justo delante de mi, se agolpaba la fila en el quiosco de la ONCE, lo que me hizo recordar que tenía un cupón por revisar. 

Pensé que me alquilaría antes que terminara la fila, pero en esas que miro otra vez y estaba vacía. 

Cojo el boleto y me decido a abrir la puerta para salir. 

En ese momento, una masa roja pasa a toda velocidad. 

Pensé que la puerta rebotaría y volvería, pero no. 

Intento sujetarla pero ya es tarde, ya solo queda rezar porque los daños sean los menores posibles. 

En ese momento tampoco lo valoro pero salgo ileso, cuando podía haber sido mucho peor. 

Salgo porque la puerta estaba abierta del todo y el murmullo era ensordecedor, acaparaba todas las miradas: un autobús acababa de llevarse mi puerta.



viernes, 23 de julio de 2021

Los clientes del taxi

En otro post, califique a los compañeros más rancios por sus comportamientos y costumbres cañis que saltan a la vista y merecen una denuncia. 

Hoy quiero calificar a los clientes, no como rancios, ni mucho menos, pero si como “tocapelotas” , igual es que nosotros, o yo en primera persona, tenemos la piel fina, pero los hay de muchos tipos. 

Paso a describir algunos de ellos.

  • Los que te cuentan su vida y van cascando todo el trayecto y no te apetece nada escucharlos porque vas escuchando un programa interesante en la radio y les tienes que hacer caso.
  • Los que te dicen que les vas dando un rodeo, este es muy típico.
  • Los que te van guiando todo el camino porque se piensan que no sabes ir. Ahora derecha, ahora izquierda…
  • Los que van con maletas y las quieren meter en los asientos.
  • Estos son paisanos míos, de la España vacía. Los que van uno solo y se montan en el asiento de delante, ahí de copiloto.
  • Los que se montan y no saben dónde van, o no les sale la calle, y no puedes avanzar por que podrías saltarte un cruce que darias más vuelta y te tiene esperando
  • Los del cinturón, todo el camino tiki tiki y cuando llegamos a destino todavía no se lo ha puesto.
  • Los que te piden que les lleves a una calle peatonal que no has oído en tu vida, te estrujas los sesos para saber dónde está y cuando te acercas por la avenida te piden que les dejes ahí. 
  •  Los que tienen que coger el tren a y media y piden el taxi a y cuarto pensando que volamos y se pasan el camino soplando y quejándose de los semáforos.
  • Uno de nueva generación: el que entra y no da ni los buenos días, y luego está todo el camino jefe para arriba, jefe para abajo.

La lista sería interminable porque los taxistas somos unos tipejos que nos quejamos de todo, pero por suerte, tú que me lees eres una persona súper amable que ya sabes cómo no tocarlos las pelotas.

Cliente taxi
Extraída de Freepik

 

martes, 22 de junio de 2021

A propósito de los horarios



“Como taxista, considero una aberración no volver al horario habitual una vez terminado el estado de alarma. 
Los taxistas hemos votado internamente trabajar menos días, pero estamos dando mal servicio, dejando a clientes esperando en las paradas mucho tiempo y habiendo taxistas en casa que quieren trabajar y no pueden. 
Es responsabilidad vuestra acabar con este absurdo. Saludos”

Esta fue mi queja 10 días después que terminara el estado de alarma. "El Ayuntamiento recibió de inicio la reclamación de compañeros exigiendo, debido según ellos al mal servicio que estábamos dando, la vuelta al calendario oficial. Servicios Públicos nos lo comunica sin más". Y está la justificación de la asociación para volver al calendario habitual. 

Al día siguiente 25 compañeros, aporreando la puerta de la asociación, exigieron el calendario reducido porque veían peligrar las ayudas que estamos cobrando del gobierno.

Es muy difícil explicar desde dentro la actitud de estos “compañeros”. 

Les da igual prestar mal servicio, perder clientes, dejar hueco a la competencia, sus comentarios son: que se jodan y esperen

Instalados en una supuesta superioridad laboral por llevar 35 o 40 años en el sector y habiendo comprado la licencia a precio de saldo en muchos casos, intentan dar clases a los que nos hemos endeudado hasta las cejas y queremos tener un futuro en esta profesión, así que desde aquí les decimos que lecciones ninguna y que la próxima reclamación a Servicios públicos va a ser la instalación de una parada fantasma, donde no les molesten los clientes, con una máquina de café de las malas, para que se les quite la cara de estreñidos que llevan.

lunes, 5 de abril de 2021

Aquellos días



Ahora que ya vamos cogiendo perspectiva y aunque me resistía, creo que es hora de dejar constancia de aquellos días duros de la pandemia, desde el punto de vista del sector del taxi.

Alguna vez he comentado la suerte que tenemos en Zaragoza de la unión que tenemos en nuestro sector. Eso es clave a la hora de adaptarse a circunstancias tan difíciles como las que nos vinieron en marzo de 2020. 

Lo digo, más por la comparativa con otras ciudades, que por la eficacia que podamos demostrar aquí, aunque, para ser justos, a todo el mundo se le quedó grande la situación. Desde las escalas más altas (gobierno nacional, autonómico…) a las más bajas (cualquier ciudadano de a pie). 

En el sector del taxi, desde un primer momento se modificó el calendario laboral, adaptándolo a las circunstancias y permitiéndonos optimizar los días trabajados. 

Éramos muy pocos los que trabajamos, algunos compañeros, sobre todo los más mayores optaron por quedarse en casa. 

También se decidió cobrar a todo el mundo el 50%, una decisión tan polémica como generosa, ya que tenemos clientes con facturación anual (Alcer Renfe…) a los que era imposible realizar ese descuento, tan valiente como populista. Nunca nos habíamos visto en una de esas, era una manera de arrimar el hombro, renunciar a ingresos en beneficio del bien común. Creo que tuvo mucho de operación “marketingniana” aunque no se vendió bien ante la opinión pública. 

En esos momentos se desconocía todo, especialmente cuanto tiempo iba a durar el confinamiento total en el que nos encontrábamos desde el 15 de marzo. Muchas empresas se ofrecieron para ayudar en lo que podían: los textiles haciendo mascarillas, desinfecciones gratuitas, cada uno aportaba lo que podía y, en ese sentido, el taxi también quería aportar, pero a la hora de la verdad, los clientes desconocían que cobrábamos el 50% y a muchos directamente era imposible aplicarlo. 

En estas situaciones, también sale lo peor de cada uno. Hubo varios compañeros que no aplicaban el descuento y cobraban miserablemente el 100%. Esta medida era absolutamente insostenible para los taxistas y duró un mes. 

También, sacando el lado bueno, se hacían portes de forma gratuita, se regalaron mascarillas caseras que hacían particulares o empresas, y nació la conocida como “caravana verde”, que todos días recorría algún barrio partiendo desde alguna residencia de ancianos con el fin de animar y distraer. 

Fueron tres meses de un confinamiento total en el que los taxistas teníamos el privilegio de salir a la calle a trabajar. Es indescriptible recorrer avenidas y no ver absolutamente a nadie, bares, tiendas…todo cerrado, pero los taxistas ahí estábamos paseando la matrícula de Servicio Público. 

Hubo medidas difícilmente entendibles. Hice una carrera con una señora, siguiendo el coche de su marido: venían de cuidar al nieto y no podían ir juntos en el coche. 

O el día que fuimos 4 taxis a Cetina a llevar a 4 personas a un funeral. La dejé de regreso por Puente Virrey y de vuelta a casa, al coger Tenor Fleta salió todo el mundo a los balcones a aplaudirme. Sé que eran para mí porque iba yo solo por la calle. Seguían por la Avenida Goya y al girar a la Avenida Valencia también. Obviamente no eran para mí, aunque me recreaba devolviendo con pitidos y saludos los aplausos. El vacío en las calles escondía la saturación en las UCIS y los aplausos agradecían la labor de los sanitarios.

Más allá del color político, a todo el mudo le superaba la situación, se iba improvisando a medida que se conocían más detalles. La situación, globalmente era semejante, aunque aquí, quizás se tardó más en reaccionar, aparte de que faltaban mascarillas, equipos de protección para los sanitarios, etc. 

También tengo que decir que hubo ayudas para el sector. Creo que otros sectores tan afectados como nosotros no fueron ayudados de la misma manera. Quiero dejar constancia porque me parece de justicia decirlo. El ayuntamiento también ayudó a su manera. Entre otras cosas, hacíamos servicios de emisora a personas mayores de 65 años por 1euro, el ayuntamiento ponía 3,80 euros y nosotros el resto. Se incentivaba a que los mayores, la población de mayor riesgo, para que no usara el transporte colectivo y evitara riesgo. Aunque algunos días era imposible cumplir las normas, solamente estaba permitido un cliente por taxi, imposible cuando llevas dos nonagenarios al hospital, creo que esos días hicimos un servicio público con mayúsculas, no era fácil estar, pero, como siempre, ahí estuvimos.