sábado, 21 de noviembre de 2015

Cuando la noche te engaña

En mi primer año como taxista yo trabajaba como “chofer”, es decir, conductor doblado en la licencia 636, que era explotada por el dueño y por mí. Esto hacía que nos repartiéramos las horas del día para trabajar.

Mi horario era de 6 de la mañana a 8 de la tarde, aunque los últimos meses lo recortamos un poco porque acababa agotado. El del jefe, con el que tenía una buena relación,  de 8 de la tarde a 6 de la mañana.

Este horario hacía que los fines de semana empezara a trabajar cuando la gente terminaba la juerga y volviera para casa. Esto dio para múltiples anécdotas.

Eran sobre las 8:30 de la mañana de un domingo cuando ya la faena ha bajado mucho y ya no queda nadie por la calle,  más que algún ciclista madrugador  y algún “pasao” que va de after.  Me disponía a cruzar el Puente de Santiago dirección Centro cuando me entró un servicio de emisora para el Bar Tango en la calle Pedro Villacampa y lo acepté.

Sabía que era una peatonal que sale de la plaza de San Gregorio, aunque el bar no tenía claro donde estaba.

Al llegar al lugar, no había nadie.  Me doy cuenta que era un after de mala muerte y aviso a la central para que advirtiera de mi presencia.

En ese instante salen tres personas dando voces.  La primera, una chica negra de 1,50 m de alto por 1,50 m de ancho. Se montó  en el asiento delantero pegando tres botes, abalanzándose sobre mí, supongo que sin querer por el ciego que llevaba. Consiguió que le llamara la atención y  pensé que la cosa ya empezaba mal.

Detrás se montaron un chico y una chica, que no me dio tiempo de fijarme bien en ellos.

Tras unos instantes discutiendo y dando voces entre ellos, me dijeron el destino.

Cogí dirección a toda prisa para perderlos de vista cuanto antes y la verdad, algo nervioso por la situación.

Al parar en el primer semáforo observé que la parejita de atrás estaban de lo mas "cariñosos" y querían terminar la noche con mas “juerga”.

El chaval tendría unos 22 años, los ojos fuera de órbita y la mandíbula siguiendo a los ojos.
El típico pastillero eufórico porque había pillao cacho.

La chica parecía mayor que él. Llevaba el rímel, maquillaje y demás todo corrido, entremezclado, borroso por las gotas de sudor que bajaban por su cara arrastrando todo lo que encontraban. El pelo rubio teñido, media melena y tan sucio como su cara…en fin, un bicho con claras facciones masculinas.

La chica era amiga de la morena del asiento de delante y pronto comenzaron una ardua discusión en portugués.

Mientras yo intentaba poner paz, la discusión cada vez iba a más, acompañada por golpes en el asiento y en los cristales de las ventanillas que hacían que tragara saliva. Sin  entender ni papa de lo que hablaban, pisé el acelerador y me enfurecí bastante, lo que hizo que superara sus gritos en mi intención de poner paz.

En estas, se metió por medio el chaval para sacarle la cara a su ligue a lo que la morena contestó enérgicamente girándose hacia atrás:

-¡¡¡¡¡PERO NO HAS VISTO QUE ES UN TRAVELO!!!!!

Las palabras de la chica causaron estupor en el mozo. Pegó un salto en el asiento hasta darse con la cabeza en el techo pegándose a la otra puerta lo más alejado posible de su ligue. Los ojos recuperaron su órbita para ponerse como platos y salirse de nuevo. El ciego parecía habérsele pasado de repente.

Boquiabierto y acojonado se quedó en una esquina sin decir nada mientras las dos chicas seguían con su discusión.

A mitad de trayecto, la chica de adelante se dirige a mí a voz en grito, quejándose porque según ella les estaba dando rodeo.

La situación me empezaba a superar, me era imposible tomar las riendas, no era capaz de explicarle que el trayecto era el más corto posible, de callar a la de atrás y seguir conduciendo…

¡¡¡¡¡¡¡ggggggg!!!!!

Clavé los frenos del coche. El chaval se despegó de su rincón para estamparse en el asiento del copiloto, sin salir de su perplejidad ni de su estado de sock. A la “rubia”, yo no la quería ni mirar. A la negra se le venció la cabeza para adelante por la inercia del frenazo,  ya que el cinturón la mantenía pegada al asiento.

- ¿Pero qué haces? ¿Porqué paras aquí? Aún queda mucho¡¡¡ Encima que nos das rodeo…bla bla ##jk*/tl*k#|º#pq… !!!-decía la negra.

- ¡Os bajáis de aquí ahora mismo!

- Pero si queda mucho, si no sé que….

Por fin me había rehecho: la situación ya la controlaba yo, y  aunque no estaba seguro de cobrar lo único que quería era perderlos de vista.

Estábamos al lado del destino, pero tampoco tenía ganas de ponerme a explicárselo. Era una zona marginal, de población inmigrante, la calle Ramon Pignatelli, pensé que de ponerse mal las cosas, ahí tenía más de perder que de ganar, así que me despedí de cobrar la carrera para perderlos de vista.

- ¡¡¡¡Os bajáis ahora mismo o llamo a la policía pero ya!!!!

- Si  ja nos bajamos pero no te pagamos nene. Aseguraba el travestí

- ¡¡¡¡¡No hace falta que me deis nada, solamente largaos de mi vista ya!!!

- Vale guapo, oye que tampoco te pongas así….

Continuaron la discusión fuera mientras yo intentaba salir de esas calles y recuperar el aliento. Sin dar crédito a todo lo que había sucedido en tres minutos dentro del taxi. Y es que hay cosas que solamente pasan a partir de las 8 de la mañana.

4 comentarios:

  1. Joder macho. Yo soy Álvaro, compi de sevilla. Es lo q tiene esto

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  2. Joder macho. Yo soy Álvaro, compi de sevilla. Es lo q tiene esto

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  3. ...cosas que pasan¡ Un saludo Álvaro¡

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  4. ...cosas que pasan¡ Un saludo Álvaro¡

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